domingo, 3 de junio de 2012

EL EFECTO DE LA MENTE SOBRE EL SISTEMA INMUNOLÓGICO Es conocida la influencia que ejerce la mente sobre el cuerpo. Todos conocemos lo que hace una actitud positiva al recuperarnos de una enfermedad o cómo el estrés reduce nuestra respuesta inmunológica; sin embargo ¿hasta qué punto ha sido demostrada la relación entre una actitud mental positiva y las enfermedades? dicho de otra manera: ¿hasta qué punto influye en realidad la mente sobre el cuerpo? ¿Está comprobado en efecto que la mente, nuestros pensamientos o actitudes mentales, son capaces de ejercer un control sobre nuestro cuerpo? ¿Es nuestra actitud mental la causa o el detonante de nuestras enfermedades? Numerosos estudios han demostrado que mantener una actitud positiva puede ayudar a mantener la salud. Los que sostienen que la actitud mental es determinante afirman que si la mente puede enfermarnos también puede curarnos. Lo que se requiere es mantener una actitud positiva, mirar el vaso medio lleno en lugar de medio vacío, “visualizar” que nuestro cuerpo goza de perfecta salud y así todos nuestros males desaparecerán. Es más,.... ni siquiera nos enfermaríamos! Muchos estudios han demostrado el efecto negativo que tiene el estrés sobre nuestro cuerpo: afecta el sistema inmunológico, genera dolores de cabeza y espalda, insomnio, problemas cardiovasculares, además de causar enfermedades psicosomáticas. Otras investigaciones, como por ejemplo la llevada a cabo en Dinamarca en el año 2005 demostró que de 6.689 mujeres aquellas con un mayor nivel de estrés eran 40% menos proclive a tener cáncer de seno. La idea de la influencia de la mente sobre el cuerpo nos es atractiva por es la necesidad que tenemos de recuperar el control sobre nuestras vidas, es decir, suponer que tenemos la clave, el método para curarnos o evitar enfermedades. Si nuestra actitud mental es fundamental lo que debemos hacer entonces es reforzar los pensamientos positivos y evitar los negativos, de esta manera garantizamos que nada malo nos sucederá. Esto sin embargo, hace que nos responsabilicemos y culpemos por cualquier cosa que nos pase, nos enfermamos por algo que hicimos o que dejamos de hacer, o nos alimentamos mal, o no cumplimos con nuestro programa de ejercicios, o estamos estresados, o tomamos o fumamos demasiado. No es que estas cosas no nos afecten, está más que comprobado que el fumar está asociado al cáncer, que el beber en exceso es malo al igual que el ser sedentario o comer grasas, pero esto no es todo. No podemos olvidar nuestras predisposiciones genéticas y la interacción natural entre nuestro cuerpo y el medio que nos rodea. En cierta manera este modo de pensar nos trae tranquilidad porque nos devuelve cierto poder sobre nuestras vidas en lugar de hacernos depender de procesos frente a los cuales no tenemos ningún control. Pero lamentablemente este control no es más que una “ilusión de control”. La vida nos presenta situaciones inesperadas hagamos lo que hagamos. Tendríamos más bien que comenzar a aceptar que hay cosas que pasan a pesar nuestro. Aceptar que no hay garantías, que a pesar de alimentarnos bien, visitar al médico una vez al año, vacunarnos, no fumar y hacer ejercicios aún así podemos enfermarnos. Aceptar que hay cosas que sucederán a pesar de que hayamos tomado todas las precauciones posibles. Aceptar que en última instancia nos enfermamos pero también nos curamos, quizás por suerte o por alguna razón que no conocemos y quizás nunca conozcamos. No quiere decir que no asumamos el control de las cosas que realmente podemos controlar. Sabemos lo que es dañino y sabemos que no es bueno abusar pero debemos saber también que no hay garantías. Pero ciertamente mantener una visión optimista de la vida nos hará más llevadera cualquier eventualidad. El camino hacia nuestro bienestar físico y mental viene fundamentalmente por la vía de aceptar la realidad tal como es liberándonos así de la presión y la culpa que nos imponemos a nosotros mismos cuando las cosas no salen como queremos. Para despedirme, aquí comparto algunos tips recomendados para mantener una mente saludable: • Hagan un “inventario” mental. Decidan qué actitudes, creencias o conductas no les funcionan, esto puede llegar a tener un poderoso efecto en su comportamiento. Simplemente, tomen nota de lo que hacen y por qué. • Nutran su cerebro adecuadamente. Procesen la información que reciban y saquen conclusiones; lean, sobre todo biografías con lecciones de vida; oigan las noticias y comenten con otras personas; resuelvan crucigramas; escriban sus pensamientos, no dejen de aprender; si les gusta la fotografía, la música o la cocina, tomen clases; mantengan una actitud curiosa ante el mundo. Además consuman alimentos como semillas y nueces, vegetales verdes e incluso chocolate, que está lleno de valiosos antioxidantes; coman pescado una vez a la semana para disminuir la posibilidad del Alzheimer. • Busquen ayuda profesional. Depresión, ansiedad, estrés, conflictos internos o con otras personas…, tienen un efecto nocivo en la salud mental. Un psicólogo o terapeuta puede ayudarles a poner su problema en perspectiva y orientarlos para que encuentren la mejor solución. • Sean optimistas. Las personas que esperan lo mejor son más felices y productivas, mientras que las que ven el vaso medio vacío sufren de más estrés y enfermedades. No vean fracasos, vean lecciones para hacerlo mejor la próxima vez…..

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